martes, 6 de marzo de 2018

La ignorancia de El Sabio.





El Sabio, el catedrático, también conocido como el Sr. C, se había propuesto hacer de su vida una extensión de la investigación, la docencia y la acción ¿social... ista?. Se tomó los fondos bien ganados (tenía buenas notas), del Alma Mater y construyó su imperio de sapiencia entre noches largas, frías, hambrientas, sin beca, con beca, fuera de su amada esquina en el mundo: el país que lo había visto crecer y que le había dado la chochosca (el dinero) para que fuera a estudiar a la Yunai (UEA)... una América un poquito al Norte. Por que el que saca buenas notas, tiene acceso al dinero del pueblo pa estudiar, así de democrática eran sus tierras natales.

Como trabajó el Sr. C para lograr sus logros!. Ya antes se dijo algo de las noches frías y de la nostalgia del terruño, pero quién no lo ha vivido, no sabe el sacrificio que aquello significaba... también la discriminación por ser latino y por no hacerle al inglés speaking, le hacían apodar "El Azteca".

Ay! pero cuando acabó sus 4 añitos de estudios de posgrados, entre vítores y aplausos de sus antiguos inquisidores, se dejó decir o pensar, no lo sé, que aquello ocurría porque gracias a Tatica Dios que le había hecho "justicia frente a sus adversarios" y que el que ríe a lo último, ríe mejor y que ya podía volver a su "esquina en el mundo", para devolverle algo de lo que su país le dio (la chochosca y techo y comida y su Alma Mater y su conocimiento).

Cuando llegó a la tierra suya, le tocaba la dificultad más dificultosa de todas... la idiosincracia de su gente. Le toco duro, como cuentan las grandes anécdotas recopiladas en el puchero común de sus pupilos, párvulos y/o aprendices, que se tomaron el rato para escucharle ampliamente en sus disertaciones (a lo Platón), sobre su ciencia y sus resultados y de sus diez razones para ser un Einstein en un país en vías de desarrollo y sobre la vida, y sobre la familia y su importancia para la sociedad y sobre la importancia de racionalizar cualquier realidad tangible e intangible... porque el Sr. C sabía que también se puede conocer a Dios con la razón. Esto último le consolaba, porque podía hablar de su fe como entre líneas, acudiendo a la razón y no a la humildad de la inteligencia: argumentos de fe.

Así se la fue jugando, y sin mezclar la ciencia y la fe, lograba dar razonadas razones de sus hallazgos y a su vez que inspiraba a muchos otros "chiquillos" para alcanzar su sueño de estudiar allá afuera y de comprobar su hipótesis mediante la aplicación explícita del método científico. Santo Método Científico!, se le escuchó decir alguna vez y algún otro asegura que lo vio prenderle una candela pa encomendarse al Santo Método Científico.

El tiempo da su fruto, y entre medallas de honor, grants, reconocimientos internacionales, indexaciones en revistas de prestigio, nunca dejo de lado su verdad más "subersiva": acá vinimos a servir y los reconocimientos son consecuencia de lo que me toca hacer; así, no se vanagloriaba de esos logros y eran para el Sr. C., solo una motivación para seguir adelante. Que gran ejemplo de humildad, cuánto que aprender de él.

Yo lo conocí cuando estaba entrando en años, con cientos de libros publicados, más de 100 publicaciones, más de 300 ponencias internacionales y más de 2000 alumnos. Y con esa perspectiva que le daba la vida de éxito que había logrado y yo empezando mis sueños de universidad, me llevaron a tomarlo como guía, como tutor... como coach. Cuanto aprendí de él, cuánto integridad, cuánta sabiduría salía por los espejuelos de sus lentes y del esmalte de sus dientes. Que suerte la mía.

A partir de acá, les pido que no se confundan. El Sr. C era calidad! pero sin querer hablar mal de mi coach, en el Sr. C, había algo que le impedía ofrecerme una explicación de lo bueno y lo malo, de lo creado y lo divino, del alma y del cuerpo, de lo efímero de la vida y la eternidad de la muerte. De la ética científica, sí (no robar datos, obtener datos por triplicados, usar el nivel de confianza más estricto para mi ensayo, rigurosidad en el método de análisis, etc.), de las verdades más fundamentales de la vida humana, no. Y debo decir que no era porque no quería, era porque no las sabía, no las había contrastado, no había dedicado tiempo a pensar en esas verdades tan fundamentales para todos.

Mi coach, me había entrenado para ir jugándomela en la vida de la ciencia pero no me había entrenado, al menos cuestionado, las verdades más fundamentales: ¿quienes somos?, ¿a dónde vamos?, ¿de dónde venimos?, ¿qué hay después de la muerte?, ¿existe el mal y el bien?, ¿hay criterios para dar alguna idea de bondad o maldad en los actos humanos libres?. En esos aspectos, mi coach no sabía mucho.

Con la perspectiva del tiempo y con las últimas palabras de vida que nos envió el Sr. C., sé que sus enseñanzas han quedado impresas... también la de su ciencia pero también la de su ignorancia en los temas más fundamentales del ser humano... porque el catedrático, también desde su ignorancia, me educaba.
















miércoles, 7 de febrero de 2018

En busca de la felicidad (yo también).




En un mundo en dónde parece que hay más cosas que nos separan, y nos opacan los puntos de comunión; existe una  sola que es común: todos queremos ser felices.

Y en ese afán común, existen diferencias y están, claramente, en el modo de encontrar tan preciado objetivo.

Ante esta situación inminente antes dicha, saldrá la lógica tentación de pensar de que cómo la felicidad es algo subjetivo, la última palabra en el "modo de buscarla", la tiene cada uno y no cabe criterio alguno y sí cometemos el "error" de decir que sí se tiene criterio, aquello es concebido como una intromisión a libertad de cada uno. 

Lo anterior parece tener alguna lógica pero la verdad es que la vida nos enseña a que sí existen ciertos parámetros que con propiedad, nos marcan una ruta hacia la felicidad y que son comunes a todos y a la naturaleza humana; entrevista esta como la mayor y mejor obra de la creación pensante de este universo.

El entender que existe el bien y el mal y que hay criterio para saber qué es bueno y qué es malo, nos da el punto de inicio para decir que ser feliz es sinónimo de ser bueno y que ser bueno no es no hacer cosas malas, es reconocer lo bueno que existe y poner toda nuestra libertad en la búsqueda de ese bien.

Lo anterior presupone, entonces, saber que el bien y mal no lo creamos nosotros; es algo que existe y que puedo conocer pero que no es algo que yo invento, es algo ya dado, precisamente por esa creación pensante.

Entender lo anterior, podría poner en entredicho el tan prostituido concepto de libertad, porque si ya existe el bien y el mal y ya alguien nos lo impone, mi libertad no es más que una ficción. La libertad así de amenazada, justificaría el decir que libertad es hacer lo que me dé la gana con la simple indicación que lo que yo hago debe ser respetado porque es mi libertad y con ella, yo hago lo que quiera. La vida también nos da evidencia de que actuar así, nos aleja cada vez más de esa libertad y nos adentra en la esclavitud de nuestro propio criterio.

Ser feliz pasa cerca de entender que el verdadero bien existe y que en este aparente universo finito, lo realmente valioso es que he sido querido por un ser muy inteligente, que me ha querido como si fuera lo único que existe y que nos sopla, a ratos, que el camino a la felicidad existe y podría iniciar sí doy el paso inicial de querer asociarme a ese bien para ayudar a los demás a ser felices.

El razonamiento platónico sobre el mundo creado, es una puerta adecuada, para entender que el bien y el mal existen y que mi felicidad dependerá de cuanto me acerque al bien y de cuanto ayude a los otros a acercarse al bien.







viernes, 5 de mayo de 2017

El "jefe" que quiero ser y el liderazgo inspirador que no encuentras.





Hace ya unos años y a la luz de la aventura de iniciar mi propia empresa, caí en la sana tentación de rebuscar el tipo de liderazgo que yo ejercía y esto, muy a propósito del libro "los próximos treinta años" del MBA. González Alorda, quién invita a buscar al "maestro inspirador" que nos guíe en esta vorágine del siglo que vivimos. Cabe recalcar que lo hacía porque reconozco que no soy tan bueno en el tema y necesito mejorar muchísimo.

Recordé que en algún seminario de liderazgo estudiantil que cursé durante la universidad, uno de los expositores concluía que el tipo de jefatura que vayamos a ejercer cuando nos corresponda ese puesto en alguna empresa, será el modo de liderazgo que aprendimos de los jefes que hemos tenido, y esto último, me permitió llegar a las siguientes conclusiones en aquel entonces (poco alentadoras pero denme un chance y lean hasta el final):

1-Me había encontrado con los jefes en los que no quería convertirme y salvo la universidad en dónde sí fui yo quien escogió al tutor de tesis; nunca me había tomado el tiempo para escoger al jefe que quería tener. Finalmente todos habían sido buenos en algo pero no en lo que yo necesitaba para mi vida profesional.

2-Salvo algunas excepciones, ninguno había sido un jefe inspirador y su liderazgo no había sido más que el cumplir sus funciones sin pensar en cuáles son las cosas más importantes para los que les rodean y cuáles son las prioridades de sus colaboradores. De hecho, desde siempre he vivido en una pirámide organizacional más que en un liderazgo horizontal.

3-Los mandos medios cercanos a mi, son millenials (como yo) con analfabetismo emocional y con deseos de llegar a puestos de jefatura motivados por la escala salarial más que por el reto que esto implica (lo del salario mayor no es malo, pero no debería ser la motivación más importante).

4-Me frustraba saber que no podía encontrar ni a una sola persona o docente universitario o al menos algún compañero de trabajo que pudiera ser el modelo de liderazgo al que ahora aspiro llegar y que con su ejemplo, yo pudiera haberlo aprendido.

5-Las cualidades que tengo y que me acercan al liderazgo que anhelo, han sido aprendidas por prueba y error, producto de que veo los defectos de mis superiores y esto se convierte en un afán de no repetirlos en mi realidad inmediata pero a ratos se me olvida y cometo más errores que esos superiores.

Ahora bien, dándole un poco más de sustento a mis ideas de esos años cuando solo era un empleado; Jim Collins logró identificar en un estudio realizado a lo largo de 40 años, el tipo de liderazgo que se ejecutaba dentro de 1435 empresas; y solamente 11 empresas lograron llegar al nivel 5 de liderazgo (ver figura a continuación).


Es decir, solo 11 jefes lograron crear grandeza en la empresa con una sugerente combinación de firme determinación profesional y de humildad personal. La gran mayoría no pasaban de ser solamente buenos gestores de los procesos que tenían a cargo. Algo que me ha dado mucho de qué pensar, sobre todo en el ámbito universitario y público en el que me ha tocado trabajar.

Buscando por Google y en el libro del MBA. González, he encontrado las características que algunos subalternos, han ofrecido sobre sus jefes, a los cuáles consideran inspiradores o nivel 5 de liderazgo de Collins:

1-Mi jefe es un profesional excelente con una experiencia y un reconocimiento internacional difíciles de alcanzar por cualquiera.

2-Mi jefe es cercano y con un deseo vocacional de ayudar a los demás y a sus colaboradores también. De hecho, ni lo notamos pero se entera de todo lo que nos pasa y es un amigo cercano.

3-Mi jefe es un trabajador infatigable pero que pelea por dedicar tiempo de calidad a su familia.

4-Es un maestro que rechaza la autosuficiencia y quiere seguir aprendiendo.

5-Mi jefe sabe que debe ofrecer respuestas y cumplir con indicadores de gestión pero para que esto salga excelente, ella sabe que debe potenciar nuestras cualidades y fortalecer nuestras debilidades y aprovechar nuestras destrezas.

6-En mi empresa he contratado más mujeres que hombres, porque las mujeres tienen la capacidad de estar más atentas de las necesidades de los demás, tienen ese don natural de no pensar tanto en ellas, sino en sus hijos, familia, esposo y eso las predispone para que en la empresa hagan lo mismo.

7-Mi jefe ha procurado que todos seamos mejor que él.

Hoy se vuelve, entonces para mi, un propósito firme el conseguirme un maestro inspirador, que me ayude a pulir las cosas buenas que tengo y a mejorar significativamente mis debilidades. Alguien independiente de mi ambiente de trabajo, que no trabaje en mi misma empresa y que me arrastre con su ejemplo inspirador.

Las empresas, también las públicas, necesitan una transformación exponencial que les devuelva la mirada hacia la persona humana que se convierte en su colaborador o su cliente, que sepa que los más valioso que tiene es la gente que compone la empresa y que esta gente, tiene que salir siendo mejor cada día de su puesto de trabajo y si no es así, que sepa que aquella organización está destinada al fracaso.

Tengo claro el tipo jefe que no quiero ser, me toca ahora buscar ese liderazgo inspirador que me ayude a ser el jefe que sí quiero ser en mi empresa.

martes, 2 de mayo de 2017

Cuando se acaba el fin de semana.





Si hay un día que yo espero con todas mis ganas, es el viernes. El viernes me abre la oportunidad única de estar días libres con mis hijos y mi esposa.

Todo inicia el viernes a las 5 pm, cuando ya he regresado de un viaje en automóvil de casi 2 horas para llegar a mi casa. Preparamos el café (que ahora lo hago molido porque me sabe mejor), al que le sumamos un pan recién horneado o unas galletas que mi esposa ha preparado. Ellos toman jugo y el más pequeño insiste en subirse primero a la silla para tener su propio plato y comer todo lo que quiera (ya le hemos introducido la cuchara y la agarra muy bien).

El cansancio en mi esposa es evidente, el día de trabajo agota y en una realidad en la que compaginar vida laboral y familiar es complicado; su cara, el tono de su voz y la pancita que carga a nuestra hija, me invitan a apurarme para que podamos descansar temprano.

Lavar dientes, las manos... las piernas del más futbolero están llenas de tierra, no se puede acostar así, entonces al agua pato... pero agua tibia, cuidado la fría porque genera unos llantos audibles a varios kilómetros a la redonda (algún día ha tocado agua fría y no ha habido más remedio que bañarnos así).

El silencio arropa la noche, hemos logrado que todos duerman desde las 7 p.m. pero a alguno de los tres, siempre le hace falta algo, y unas horas después nos llamará pidiendo agua, pidiendo ir al baño o pidiendo que lo alcen unos minutos.

Ahí, es cuando mi tiempo se detiene el fin de semana, cuando en horas de la madrugada, alguno pide que lo alcen. Alzar a mis hijos es sinónimo de un abrazo corazón a corazón, es escuchar su respiración y rezar por cada uno de ellos. Es pensar en tantos niños que viven solos, en tantos que no pueden recibir el consuelo de un abrazo paterno porque son víctimas del divorcio, o de un trabajo extremo que le impide tener a su papá cerca para tener un simple consuelo. Un padre, hombre, macho, masculino, XY, es un protagonista en la vida de sus hijos.

Sábado y domingo... los días empiezan temprano con un "papá, mamá, ya es de día". -Sí es de día pero son las 5 a.m., hay que dormir un ratito más. Desayuno, juegos, merienda, mandados, compras, almuerzo, el cumpleaños de la abuelita, almuerzo, café, película, cena y si se puede más, ellos tienen más ideas: fútbol, más pelis, cuentos, helados en la POPS, reciclar, pintar, cortar, hacer collages... un día de 24 horas no alcanza.

Domingo (iniciamos 5 a.m.), viene la misa al rato y todo lo que una tarde de domingo encierra.

Se entremezcla la alegría con la nostalgia de una semana que inicia, una semana que por razones laborales, nos alejan de casa 55 horas y solo puedo estar con ellos 10 horas entre lunes y viernes... apenas para el café de la tarde, la dormida y la bañada del día siguiente para ir a la escuela.

El más pequeño me acompaña un rato más, el rato que ocupo para llevarlo a casa de mi suegra, quién lo cuida con todo el cariño del mundo y mi suegro, que lo abraza con tanto cariño que me voy "tranquilo", concentrado en mi familia.

Al rato me pregunto si mi esposa habrá llegado a tiempo a su trabajo. Una gama increíble de pacientes la espera y una seguridad social que no se da cuenta de que es mamá de cuatro y que su nivel de trabajo y profesionalismo necesitan al menos que su realidad laboral reconozca su sobreesfuerzo y su sacrificio por conciliar el trabajo y la familia.

Con ella hablaré de esto y más cada noche y hasta que el sueño nos gane y nos deje escuchar otra vez: "papá, mamá, ya es de día".




viernes, 14 de abril de 2017

Papá de una familia numerosa.


He conocido, desde hace ya más de 10 años, a padres de familia con muchos hijos (5, 7, 12, etc). Y lo que siempre me han generado es una especie de sorpresa, admiración, extrañeza y envidia. Quizás tenga que explicar un poco lo de la envidia pero solo diré que no es envidia así como la conocemos, sino algo más; un deseo personal que nace desde muy adentro de llegar a ser yo, padre de familia numerosa y enfrentar los retos que esto supone en este tiempo que nos toca vivir.

Hoy el promedio de hijos por familia en Costa Rica es de 1,9 nacimientos por familia, de modo que no me equivoco en decir que ya con dos hijos, podemos estar hablando de una familia numerosa. Y a la luz de esta realidad, me he pensado algunos consejos para quién enfrenta hoy el reto y la alegría de ser papá de familia numerosa:

1-Enamórate cada vez más de tu esposa, es la clave para iniciar esta faena sin desfallecer.

2-Mírate como el ser humano integral que eres y reconoce que necesitas crecer más en temas de vida interior. Dedica un tiempo a la meditación, a la oración.

3-Nadie nace aprendido en esto de ser papá, busca la experiencia de tus padres y amigos con más experiencia y dales la importancia relativa a sus consejos porque finalmente, lo que sirvió para ellos, no necesariamente te servirá a ti pero sus ideas ayudan a tomar decisiones.

4-Inscríbete en un máster en matrimonio y familia que de manera estructurada y académica, te actualice y te forme criterio amplio sobre la familia, sobre tu familia.

5-Estudia tu entorno familiar en una estrategia 360º: mira a tu familia desde adentro, desde afuera, estudia a cada hijo, a tu esposa, sus ideas, sus pensamientos pero no como el francotirador que observa para luego lanzar un regaño o una crítica destructiva, sino como el que sabe que nadie más va a hacerlo con todo el cariño y dedicación del mundo. Si toca corregir, hazlo con cariño, con equilibrio emocional y a solas.

6-La economía familiar te exigirá que tarde o temprano, generes más ingresos para sostener a los tuyos, de modo que mientras más rápido inicies una idea de negocio, y empieces a generar ganancias, podrás asegurar más a tu familia y el estrés de la llegada de un nuevo hijo, será solo el necesario para ayudarte a ser un mejor padre. El dinero no lo es todo pero como ayuda en el proceso de hacer de tus hijos más y mejores personas.

7-Dedica un tiempo a cada hijo por aparte: hay que escaparse con cada uno a un sitio en donde el ambiente facilite la comunicación y la confianza. Un autor español (Alvaro González Alorda) insiste en asegurar que nos jugamos la vida en las conversaciones que tenemos y en las que no tenemos de modo que, sacar el rato para conversar uno a uno, será un arte que tendrás que aprender a cultivar más y mejor cada día.

8-Escápate con tu esposa con cierta regularidad y descubran juntos nuevos lugares, nuevas experiencias gastronómicas, vete a la luna de vacaciones, hagan deportes extremos... no sé pero escápate.

Completaré las ideas luego, en este momento mis cuatro hijos están con fiebre y toca dar el medicamento.

sábado, 1 de abril de 2017

Semana de Pascua en Guápiles

Me volvi a escapar a la casa de mis padres en Guápiles, ya confesé que este sitio encierra mucho de lo que me hace pensar y me hace recordar.

He caminado como nunca por las calles de esta ciudad tan caliente, he leído, he hecho deporte, he visitado a amigos y me he metido en las salvajes montañas de la Universidad EARTH, en donde se nos ha caído Jacobo por un risco y casi se nos va... dichosamente encontramos un veterinario y el pobre labrador ya esta descansando y en recuperación.

Me he topado además con "la barrera mental y de visión que genera el vivir en un lugar alejado del centro del país, de la realidad del mundo", eso lo extrapolo de los comentarios de Emanuel Paniagua, Ingeniero en Sistema de INTEL que recién ha regresado de Malasia y gran amigo mio.

Y es que regresar al pueblo en donde todo parece ir lento y en donde la velocidad de intercambio de bienes y servicios va como a cuenta gotas, me sorprende inicialmente y finalmente me preocupa.

Y me preocupa porque la velocidad del mundo es distinta a la de mi pueblo, porque el impacto de los buenos negocios y de las buenas iniciativas sociales que existen en este país, parecen no llegar.

A la Luna de dos años

  Que me inspiras la vida.  Hoy te he visto un segundo, una hora, un día completo. Hoy tengo el privilegio de cuidarte, de ser tu guardian, ...