miércoles, 7 de febrero de 2018

En busca de la felicidad (yo también).




En un mundo en dónde parece que hay más cosas que nos separan, y nos opacan los puntos de comunión; existe una  sola que es común: todos queremos ser felices.

Y en ese afán común, existen diferencias y están, claramente, en el modo de encontrar tan preciado objetivo.

Ante esta situación inminente antes dicha, saldrá la lógica tentación de pensar de que cómo la felicidad es algo subjetivo, la última palabra en el "modo de buscarla", la tiene cada uno y no cabe criterio alguno y sí cometemos el "error" de decir que sí se tiene criterio, aquello es concebido como una intromisión a libertad de cada uno. 

Lo anterior parece tener alguna lógica pero la verdad es que la vida nos enseña a que sí existen ciertos parámetros que con propiedad, nos marcan una ruta hacia la felicidad y que son comunes a todos y a la naturaleza humana; entrevista esta como la mayor y mejor obra de la creación pensante de este universo.

El entender que existe el bien y el mal y que hay criterio para saber qué es bueno y qué es malo, nos da el punto de inicio para decir que ser feliz es sinónimo de ser bueno y que ser bueno no es no hacer cosas malas, es reconocer lo bueno que existe y poner toda nuestra libertad en la búsqueda de ese bien.

Lo anterior presupone, entonces, saber que el bien y mal no lo creamos nosotros; es algo que existe y que puedo conocer pero que no es algo que yo invento, es algo ya dado, precisamente por esa creación pensante.

Entender lo anterior, podría poner en entredicho el tan prostituido concepto de libertad, porque si ya existe el bien y el mal y ya alguien nos lo impone, mi libertad no es más que una ficción. La libertad así de amenazada, justificaría el decir que libertad es hacer lo que me dé la gana con la simple indicación que lo que yo hago debe ser respetado porque es mi libertad y con ella, yo hago lo que quiera. La vida también nos da evidencia de que actuar así, nos aleja cada vez más de esa libertad y nos adentra en la esclavitud de nuestro propio criterio.

Ser feliz pasa cerca de entender que el verdadero bien existe y que en este aparente universo finito, lo realmente valioso es que he sido querido por un ser muy inteligente, que me ha querido como si fuera lo único que existe y que nos sopla, a ratos, que el camino a la felicidad existe y podría iniciar sí doy el paso inicial de querer asociarme a ese bien para ayudar a los demás a ser felices.

El razonamiento platónico sobre el mundo creado, es una puerta adecuada, para entender que el bien y el mal existen y que mi felicidad dependerá de cuanto me acerque al bien y de cuanto ayude a los otros a acercarse al bien.







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