Que me inspiras la vida.
Hoy te he visto un segundo, una hora, un día completo. Hoy tengo el privilegio de cuidarte, de ser tu guardian, tu amigo de juegos, quien te cuida y pretende comprenderte. Hoy me has hecho brotar agua de mi lápiz.
Hoy rompo el silencio en lo cotidiano, y me callo para escuchar tu risa, para entender tus palabras y expresiones, para adelantarme a tus emociones y que seas feliz.
Hoy es más genuina la historia de nosotros dos, la historia que inició lejos de casa, y con cierta incertidumbre; la incertidumbre quizás, de un viejo que no sabe ser papá o que al menos lucha por serlo. La incertidumbre de mamá, que mezclada con el miedo, nos hizo volver a lo más básico de nuestra vida, tu y tus hermanos.
Me has preguntado si estas pequeña, y he dicho que no, que ya eres grande; me has preguntado por mamá, y ya te he explicado que te quiere, que te espera, que ya la veremos para comer. Mientras tanto, deja que escribo un mensaje, mientras tanto, deja que me olvide de todo y reconecte con lo esencial, con el profundo de tus ojos negros.
Mientras tanto, que el tiempo no pase, que se detenga, que se detenga cómo cuando de niño pensaba que esta gran carrera de la vida se podía parar, se podía pensar y luego continuar.
Son dos años de estar entre lunas, entre estrellas, entre nubes, entre vestidos y zapatos, y exigencias sencillas de la niña más bella, de la niña mas niña de mi vida.
Puedo llorar un poco escribiendo ideas sueltas, puedo perder el tiempo y encontrarlo en otro momento y dejarlo andar cuando yo quiera. Hoy te visto y ha sido una eternidad sencilla y genuina, ha sido un grito silencioso perdido en la incertidumbre del presente, de lo que se viene, de las seis voces que hoy llenan mi tiempo, mi casa, mi alma, mi vida entera.
Puedes llamarme y prometo que haré el esfuerzo de escucharte y si no te entiendo, deja que hago una mueca, dibujo una palabra, invento una historia o cierro mi teléfono para tirarlo lejos e imaginarme que solo yo puedo calmar ese llanto, esa queja, esa pericia de vivir la vida en casa cómo la vives tu.
Hay tiempos, historias, ideas, tareas; y parece que el tiempo no me alcanza, que la vida se cuela por un hueco, por un espacio secreto y que luego encuentro en esa mirada linda, dulce y bella, bella como una flor, bella cómo el cielo, cómo la eternidad bendita, cómo el resplandor de una luna, de mi Luna que amo tanto.
A poco se escuchan tus pasos cerca, a poco lloras, en ese largo trayecto entre tu cuarto y el nuestro, entre tus sueños espléndidos y nuestra oración sencilla, que pide a Dios que te cuide, que te haga feliz y que te haga volver a casa temprano y dormir acurrucada cómo si el tiempo no pasara.