Hay una cualidad que tengo.
Cuando estoy en un grupo de trabajo, con rapidez y facilidad me doy cuenta de las competencias reales y las competencias mejorables que tienen las personas que lo conforman.
Eso también me permite observar cuando mi personalidad, mis ideas y mis argumentos no son bien acogidos y generan... digamos: malestar en quienes piensan diferente y sé cuando también generan animadversión. Sobre todo en temas de fe católica entre otros.
Y lo considero virtud porque en el ambiente abundan las personas jóvenes y con un tiempo de vida profesional corto que tienen grandes potencialidades, a los cuáles logro apreciar mucho y que en algún momento habrá oportunidad de animarles y ayudarles en su desempeño (sobre todo en pequeños detalles imperceptibles).
Esta cualidad también me deja ver cuando el egoísmo y la arrogancia son los elementos que abundan en una persona... y con esas personas es en donde creo se puede practicar más la caridad y lo que diría en buen tico: "el aguante" que uno tiene.
Comprobado esta que la arrogancia y el egoísmo llevan a un éxito profesional efímero, tarea importante será ayudarles a estos a que esos vicios se acaben para que su éxito sea eterno.
Cualidad divino tesoro... y hay que usarla con prudencia.