domingo, 11 de noviembre de 2018

Educar para la vida con suculentas.


Recién me encontré con una de las sobrinas de mi esposa, en casa de mi suegra (su abuelita), en horas en las que se suponía debería estar en la escuela. Iba yo a dejar a dos de mis cinco hijos para que pasaran el día con los "Titos" y su prima.

Me contaba mi suegra, que ella (la nieta), lleva ha casi dos meses sin ir a clases porque los maestros de las escuelas púbicas están en huelga y aunque quisiera hablar de eso en este momento, no lo voy a hacer y contaré lo que mi suegra me ha dicho, es su rutina con su nieta durante esas horas.

Me ha contado mi suegra, con cierto guiño de orgullo, que han establecido una rutina de siembra de plantas suculentas, y que le ha enseñado el oficio de sembrarlas y hacerlas que "peguen" y que se vean agradables a la vista y al gusto del cliente. Sí, del cliente. He escrito eso porque resulta que Elena las vende después de hacer el trabajo necesario para que queden bien presentables, bien bonitas, como le está enseñando su "Tita".

Y sin dejar de lado, el trabajo de los papás de Elena, que me consta es un esfuerzo heroico por dar lo mejor por sus hijas; he pensado que a pesar de esos días sin escuela, tal vez Elena está recibiendo desde el puchero de su Tita, la mejor y más trascendente lección del mundo.

Supongo que alguien pensará que esa herencia, esa enseñanza es la de cómo hacer un negocio y no trabajar para otros pero eso es solo una consecuencia de una lección mayor: la de hacer siempre bien las cosas, con perfección humana y si se quiere: cara a Dios.

Los niños son el futuro de un país que tiene crisis inmediatas de valores y virtudes. Bravo por los abuelos.




A la Luna de dos años

  Que me inspiras la vida.  Hoy te he visto un segundo, una hora, un día completo. Hoy tengo el privilegio de cuidarte, de ser tu guardian, ...