lunes, 23 de julio de 2018

¿Por qué no estudiar Farmacia en la UCR?

Recién se consultaba en Facebook lo siguiente:



A lo que yo, muy sinceramente respondí:



Días después, el comentario tenía más de una veintena de opiniones llenas de un claro descontento, ofensas a mi persona, cuestionamientos irrespetuosos, comentarios morbosos y comentarios que disfrazados de un aparente respeto, llevan la carga del malestar que quiere derramarse como bolsa de basura mal oliente sobre el que dio la anterior opinión. No describo nada nuevo, es lo que suele ocurrir en las redes sociales. A veces tengo la tentación de pensar que escribí lo que muchos quisieran decir pero no se atreven.

Metido ya en la vorágine del escrutinio social (al menos de unos 20 facebokeros, de los cuáles conozco a la mayoría), por mi sincero comentario, he pensado, contrario a lo que me aconsejan legalmente, en contestar la opinión más objetiva que me hacían:


Y a eso intento dar respuesta hoy, no sin antes recordar que todavía en Costa Rica tenemos libertad de decir lo que pensamos y que mis ideas, no pretenden convertirse en razones que luego sirvan como justificante para traerse abajo el prestigio de la institución universitaria que es la UCR. Si ese prestigio se viene abajo y se convierte en la opinión generalizada de los costarricenses, será por la culpa de otros o por haberse alejado de la búsqueda objetiva de la verdad, lo bueno y la belleza de lo creado.

Son ideas que he pensado como costarricense que en algún momento estuvo vinculado a la UCR y como costarricense que sigue pagando sus impuestos y puede exigirle más a las instituciones públicas de educación superior y sobre todo como padre de familia y docente que en algún momento tendrá que dar alguna recomendación. 

Debo decir que también he conocido las realidades académicas de otras instituciones privadas de educación universitaria en Costa Rica y en el extranjero y que esto me ha permitido poner en contraste el por qué alguien no debería estudiar en la UCR.

Razón 1-En la ciudad universitaria se ha ido intercalando la ideología de género en diversas realidades que tienen que ver directamente con el estudiantado, y que promueven sus posiciones ideológicas ante realidades en dónde debería imperar la búsqueda objetiva de la verdad y este proceso aparentemente justo y correcto, termina discriminando y crucificando a los que decimos que en materia de las realidades humanas como la naturaleza humana, la sexualidad, el matrimonio, se puede decir algo con cierto criterio objetivo.

A mi edad, nadie me va a cambiar mi modo de entender el mundo como algo razonable y como algo creado pero a los jóvenes estudiantes que vienen a la UCR movidos por el prestigio, sí que las posiciones ideológicas pueden generar un apartamiento del razonamiento objetivo de las realidades humanas. Un apartamiento de los pasos más básicos del método científico. En fin, una posición muy parcializada de las realidades humanas más evidentes. Las ideologías han sido uno de los errores más graves de la historia humana y cuando tocan el ambiente del pensamiento universitario; eso no me gusta. Recién di mi opinión sobre el apoyo que la Asociación de Estudiantes de Farmacia daba al aborto libre en Costa Rica y eso fue razón para recibir ofensas y críticas pasadas de tono e irrespetuosas y con argumentos altamente impregnados de ideología.

Razón 2-Los primeros años en la UCR, el estudiante vive en un mar nuevo de realidades tan variables y tan exigentes, que la falta de  atención personalizada del estudiante, hace que la riqueza pedagógica de esas realidades se vea disminuida. Básicamente el estudiante es un número en el sistema. He visto universidades, inclusive con más prestigio y con más estudiantes que la UCR, que logran personalizar la atención, tanto que el estudiante logra con éxito terminar su carrera en tiempo récord y no se queda 6-7 años de su vida en el ambiente universitario. Sitios como UCIMED saben atender de manera personalizada a sus estudiantes.

Estas dos razones,  me hacen plantear varios frentes de mejora:

1-Estar comprometido con la búsqueda de la verdad, el cuestionamiento intelectual y la observación objetiva y clara de las realidades, de lo creado y formar más la conciencia, para que esa visión no sea parcializada. Los griegos veían la realidad sin condicionantes, la veían como era, como algo dado.

2-Veo a cada estudiante, como el ser humano valioso y digno que es. Veo al estudiante con esa mirada que lo determina como todo lo bueno y competente que puede ser, como una realidad querida y creada.

No hay más que decir al respecto. Agradezco cualquier consulta respetuosa y ofrezco la posibilidad de pensar diferente a mis ideas, sin necesidad de llegar a la discusión ofensiva.

Por último, si ven las razones no tienen que ver con el profesorado de la Fac de Farmacia UCR, ni con la Facultad como tal. Así que si algún docente se sintió ofendido, ofrezco disculpas aunque la Facultad es parte integral del sistema universitario y las dos razones tienen que ver con ella también.

sábado, 23 de junio de 2018

Inicia una maravillosa etapa.


Hoy mi esposa se ha juramentado como médico especialista en medicina familiar y comunitaria, y me emociona tanto contarlo y lo estoy viviendo como si fuera yo quién recibe tan trabajada distinción.

Le pedí a mi esposa matrimonio justo un día antes de que diera inicio oficialmente su programa de posgrado. Guardaba aquella petición muchos santas razones, que son solo mías y de ella pero que como consecuencia, me daban la corazonada de que la historia juntos iba a ser única.

Justo unos meses después de casados, se cumplía la primera parte de un plan conjuntamente decidido: venía nuestro primer hijo. Ese primer fruto del amor mutuo que nos teníamos. El milagro de la vida llegaba a casa y también la incertidumbre (muy humana), sobre lo que iba a pasar con sus estudios.

Con una sonrisa en la cara y con esa determinación que mi esposa tiene, le hicimos frente a todo lo que significaba la llegada de un hijo, en medio de un ambiente profesional tan exigente como el ambiente laboral de un médico. 

Los meses fueron pasando, verla ya con su pancita, haciendo guardias nocturnas. Cenábamos juntos en el carro y tengo que decir que me dolía tanto en el corazón verla en esas circunstancias, tan cansada, también recibiendo las críticas negativas de sus propios colegas, pero era su sueño profesional, lo que añoraba y no podía más que rezar por ella, poner mi mejor cara y mi mejor cuchara (por lo de las cenas juntos), para darle un poco de ánimo.

Hasta este punto, podríamos decir que la cosa tuvo sus dificultades pero fue llevadero y manejable. Fue una escuela para madurar en la vida personal de cada uno y en la vida como padres. Felices padres primerizos. También nos enseñó que lo más importante, eran las decisiones que tomábamos como esposos, y en perspectiva, el posgrado era un reto académico muy especial pero no era un fin en si mismo; era un medio de mejora continua, de estabilidad familiar y claramente, un medio para que mi esposa se realizara profesionalmente, también una necesidad país que mi esposa tenía muy clara.

Como estas notas están hechas para la gente que nos conoce más de cerca, diré en pocas líneas (con la injusticia de no extenderme más en la descripción de los hechos), que la llegada de nuestro segundo, tercer y cuarto hijo; todos durante el desarrollo del posgrado de mi esposa; han sido, hasta la fecha, de los mayores actos disruptivos que como esposos y con la ayuda de Dios, hemos realizado, en una cultura hedonista y sumergida bajo los planteamientos de género.

4 niños pequeños, un matrimonio, el accidente grave de uno de los chicos, el internamiento hospitalario de uno de ellos, el volver a recomenzar después de un viaje al extranjero, etc parecen ser razones suficientes para haber decidido no seguir con el sueño profesional de mi esposa pero jamás fue una opción dentro de nuestros planes familiares.

El mérito pasa indiscutiblemente por la ayuda silenciosa pero inmejorable de toda la familia cercana. Mis suegros han sido como ángeles para sus 5 hijos y hoy lo siguen siendo para cada uno de sus 8 nietos. Cuantas madrugadas, cuantas carreras vivieron junto a nosotros para ayudarnos a sacar la tarea cotidiana: el trabajo de ambos, los resfríos, los ataques de asma de los pequeños, etc.

Lo que más recuerdo, es cuando llevaba a cualquiera de los cuatro a que mi esposa les diera leche materna a eso de las 9 de la noche, cuando le tocaba guardia; nunca faltaba un  “gallito”, un consejo, una oración y miles de cosas más que la injusticia de no encontrar palabras, me pasa la factura.

Cuando veo en perspectiva la historia detrás de este gran logro de mi esposa, veo el milagro de la fuerza que Dios le ha dado para saber llevar con valentía y entrega su decisión de ser esposa, madre y profesional al unísono. Veo la educación que le dieron mis suegros para ser perseverante y luchadora. Veo la grandeza de una mujer que a diferencia de muchas otras, ha decidido tener un matrimonio cristiano, sin barreras para que la vida llegue a su hogar, a nuestro hogar.

Mi esposa ha hecho lo que muchas mujeres no hacen hoy: ha engendrado la vida, ha estudiado y ha alcanzado éxito profesional siendo madre de 4 niños, ha roto el esquema ideológico que engaña a la mujer y la hace creer que la maternidad es lo peor que puede pasarle a su vida profesional.

Ella ha enfrentado en su trabajo el rescoldo de machismo que aún queda en nuestra sociedad pero le ha tocado enfrentar en más ocasiones, las consecuencias de la implantación de la ideología de género en la seguridad social costarricense, en el subconsciente de sus amistades más cercanas.

Sé que las letras se quedan cortas para describir lo que hoy mi corazón quiere dejar en este blog pero alcanza a contar un poco lo que callan las mujeres y las familias que en silencio van construyendo la Costa Rica que queremos para nuestros niños: una sociedad amigable con la familia de uno y una y  para siempre, respetuosa de los valores fundamentales, no ideologizada y cristiana.

domingo, 1 de abril de 2018

Cuando nos atrape la ola progresista.

Para entender la dinámica del mundo actual, me quedaría con un resumen que ya el Cardenal Ratzinger nos recordaba:


El hombre moderno, con su ateísmo, ha intentado excluir de la visión de sí mismo lo que representa la existencia de Dios.
El hombre moderno, con su materialismo, ha pretendido excluir las exigencias para su propia vida, de reconocer que es también un ser espiritual.
Finalmente, el hombre moderno con la ideología de género, está negando su propio cuerpo.
Ya sin Dios, sin alma y sin cuerpo, el hombre moderno es un ser que se crea a él mismo: es Dios.

Y ese pseudoprogresismo que abandera actos moralmente incorrectos y les da valor político, hoy toma fuerza porque ya sin una referencia real y directa al Bien y la Verdad: Dios creador de todo, incluso enredando el mensaje original de Dios creador, pierde el matiz: la exigencia de una vida buena cara a Dios y cara a los hombres.

La coherencia de vida es concebida como algo que vives dentro de tus 4 paredes de la casa pero que la salir a la calle, te lo guardas para "legislar" justamente sin excluir a nadie o que cede ante el simple argumento de que el mundo cambia y hay que adaptarse a los nuevos valores.

La castidad como un bien positivo en sí mismo, es cualquier cosa menos eso: un bien.

La vida humana ya no como un absoluto, sino un relativo a cualquier cosa.

Y así, se va impregnado el mundo, la familia, las instituciones, la gente misma, de un cierto relajamiento moral que debilita las bases más fundamentales que la dimensión humana había reconocido ya como buena.

Costa Rica se ha introducido desde hace ya rato, en ese mundillo progre que hace eclosión en los últimos 4 años de gobierno y en los próximos 4 años que se vienen: el aborto, la ideología de género, la FIV, la corrupción sistematizada, entre otros que serán de seguro reconocidos como derechos fundamentales y diremos, en algún momento que no llegaremos a ver: por qué nos volvimos a equivocar? y volveremos los ojos a Dios para rezar y pedir perdón.

martes, 6 de marzo de 2018

La ignorancia de El Sabio.





El Sabio, el catedrático, también conocido como el Sr. C, se había propuesto hacer de su vida una extensión de la investigación, la docencia y la acción ¿social... ista?. Se tomó los fondos bien ganados (tenía buenas notas), del Alma Mater y construyó su imperio de sapiencia entre noches largas, frías, hambrientas, sin beca, con beca, fuera de su amada esquina en el mundo: el país que lo había visto crecer y que le había dado la chochosca (el dinero) para que fuera a estudiar a la Yunai (UEA)... una América un poquito al Norte. Por que el que saca buenas notas, tiene acceso al dinero del pueblo pa estudiar, así de democrática eran sus tierras natales.

Como trabajó el Sr. C para lograr sus logros!. Ya antes se dijo algo de las noches frías y de la nostalgia del terruño, pero quién no lo ha vivido, no sabe el sacrificio que aquello significaba... también la discriminación por ser latino y por no hacerle al inglés speaking, le hacían apodar "El Azteca".

Ay! pero cuando acabó sus 4 añitos de estudios de posgrados, entre vítores y aplausos de sus antiguos inquisidores, se dejó decir o pensar, no lo sé, que aquello ocurría porque gracias a Tatica Dios que le había hecho "justicia frente a sus adversarios" y que el que ríe a lo último, ríe mejor y que ya podía volver a su "esquina en el mundo", para devolverle algo de lo que su país le dio (la chochosca y techo y comida y su Alma Mater y su conocimiento).

Cuando llegó a la tierra suya, le tocaba la dificultad más dificultosa de todas... la idiosincracia de su gente. Le toco duro, como cuentan las grandes anécdotas recopiladas en el puchero común de sus pupilos, párvulos y/o aprendices, que se tomaron el rato para escucharle ampliamente en sus disertaciones (a lo Platón), sobre su ciencia y sus resultados y de sus diez razones para ser un Einstein en un país en vías de desarrollo y sobre la vida, y sobre la familia y su importancia para la sociedad y sobre la importancia de racionalizar cualquier realidad tangible e intangible... porque el Sr. C sabía que también se puede conocer a Dios con la razón. Esto último le consolaba, porque podía hablar de su fe como entre líneas, acudiendo a la razón y no a la humildad de la inteligencia: argumentos de fe.

Así se la fue jugando, y sin mezclar la ciencia y la fe, lograba dar razonadas razones de sus hallazgos y a su vez que inspiraba a muchos otros "chiquillos" para alcanzar su sueño de estudiar allá afuera y de comprobar su hipótesis mediante la aplicación explícita del método científico. Santo Método Científico!, se le escuchó decir alguna vez y algún otro asegura que lo vio prenderle una candela pa encomendarse al Santo Método Científico.

El tiempo da su fruto, y entre medallas de honor, grants, reconocimientos internacionales, indexaciones en revistas de prestigio, nunca dejo de lado su verdad más "subersiva": acá vinimos a servir y los reconocimientos son consecuencia de lo que me toca hacer; así, no se vanagloriaba de esos logros y eran para el Sr. C., solo una motivación para seguir adelante. Que gran ejemplo de humildad, cuánto que aprender de él.

Yo lo conocí cuando estaba entrando en años, con cientos de libros publicados, más de 100 publicaciones, más de 300 ponencias internacionales y más de 2000 alumnos. Y con esa perspectiva que le daba la vida de éxito que había logrado y yo empezando mis sueños de universidad, me llevaron a tomarlo como guía, como tutor... como coach. Cuanto aprendí de él, cuánto integridad, cuánta sabiduría salía por los espejuelos de sus lentes y del esmalte de sus dientes. Que suerte la mía.

A partir de acá, les pido que no se confundan. El Sr. C era calidad! pero sin querer hablar mal de mi coach, en el Sr. C, había algo que le impedía ofrecerme una explicación de lo bueno y lo malo, de lo creado y lo divino, del alma y del cuerpo, de lo efímero de la vida y la eternidad de la muerte. De la ética científica, sí (no robar datos, obtener datos por triplicados, usar el nivel de confianza más estricto para mi ensayo, rigurosidad en el método de análisis, etc.), de las verdades más fundamentales de la vida humana, no. Y debo decir que no era porque no quería, era porque no las sabía, no las había contrastado, no había dedicado tiempo a pensar en esas verdades tan fundamentales para todos.

Mi coach, me había entrenado para ir jugándomela en la vida de la ciencia pero no me había entrenado, al menos cuestionado, las verdades más fundamentales: ¿quienes somos?, ¿a dónde vamos?, ¿de dónde venimos?, ¿qué hay después de la muerte?, ¿existe el mal y el bien?, ¿hay criterios para dar alguna idea de bondad o maldad en los actos humanos libres?. En esos aspectos, mi coach no sabía mucho.

Con la perspectiva del tiempo y con las últimas palabras de vida que nos envió el Sr. C., sé que sus enseñanzas han quedado impresas... también la de su ciencia pero también la de su ignorancia en los temas más fundamentales del ser humano... porque el catedrático, también desde su ignorancia, me educaba.
















miércoles, 7 de febrero de 2018

En busca de la felicidad (yo también).




En un mundo en dónde parece que hay más cosas que nos separan, y nos opacan los puntos de comunión; existe una  sola que es común: todos queremos ser felices.

Y en ese afán común, existen diferencias y están, claramente, en el modo de encontrar tan preciado objetivo.

Ante esta situación inminente antes dicha, saldrá la lógica tentación de pensar de que cómo la felicidad es algo subjetivo, la última palabra en el "modo de buscarla", la tiene cada uno y no cabe criterio alguno y sí cometemos el "error" de decir que sí se tiene criterio, aquello es concebido como una intromisión a libertad de cada uno. 

Lo anterior parece tener alguna lógica pero la verdad es que la vida nos enseña a que sí existen ciertos parámetros que con propiedad, nos marcan una ruta hacia la felicidad y que son comunes a todos y a la naturaleza humana; entrevista esta como la mayor y mejor obra de la creación pensante de este universo.

El entender que existe el bien y el mal y que hay criterio para saber qué es bueno y qué es malo, nos da el punto de inicio para decir que ser feliz es sinónimo de ser bueno y que ser bueno no es no hacer cosas malas, es reconocer lo bueno que existe y poner toda nuestra libertad en la búsqueda de ese bien.

Lo anterior presupone, entonces, saber que el bien y mal no lo creamos nosotros; es algo que existe y que puedo conocer pero que no es algo que yo invento, es algo ya dado, precisamente por esa creación pensante.

Entender lo anterior, podría poner en entredicho el tan prostituido concepto de libertad, porque si ya existe el bien y el mal y ya alguien nos lo impone, mi libertad no es más que una ficción. La libertad así de amenazada, justificaría el decir que libertad es hacer lo que me dé la gana con la simple indicación que lo que yo hago debe ser respetado porque es mi libertad y con ella, yo hago lo que quiera. La vida también nos da evidencia de que actuar así, nos aleja cada vez más de esa libertad y nos adentra en la esclavitud de nuestro propio criterio.

Ser feliz pasa cerca de entender que el verdadero bien existe y que en este aparente universo finito, lo realmente valioso es que he sido querido por un ser muy inteligente, que me ha querido como si fuera lo único que existe y que nos sopla, a ratos, que el camino a la felicidad existe y podría iniciar sí doy el paso inicial de querer asociarme a ese bien para ayudar a los demás a ser felices.

El razonamiento platónico sobre el mundo creado, es una puerta adecuada, para entender que el bien y el mal existen y que mi felicidad dependerá de cuanto me acerque al bien y de cuanto ayude a los otros a acercarse al bien.







A la Luna de dos años

  Que me inspiras la vida.  Hoy te he visto un segundo, una hora, un día completo. Hoy tengo el privilegio de cuidarte, de ser tu guardian, ...